Republicado con permiso de Vista, ver artículo original aquí
Foto de Wonderlane en Unsplash
¿Cómo podemos tener la seguridad de que las voces serán escuchadas? ¿Qué clase de plataformas podemos proveer para que sus voces sean oídas?
Dado que de forma tentativa hemos podido identificar algunas de las voces que al día de hoy, están al margen o siendo ignoradas dentro de las misiones en Europa, el próximo paso parece obvio: ¿De qué manera podemos ayudar a que esas voces sean oídas?
Esta interrogante fue muy comentada como una pregunta “con trampa,” aunque afortunadamente se sugirieron varias opciones. En cuanto a las barreras que están a la vista y que impiden la participación de algunos, Raphael Anzenberger señala: “el tema del Inglés como lengua es enorme…a menos que existan fuertes mecanismos que aseguren la traducción, no importa de qué plataforma estamos hablando, su voz no será oída.” Otros líderes eclesiales, enfatizan el rol de foros regionales, así como la importancia de levantar líderes autóctonos de entre las diferentes naciones y etnias.
Un primer paso hacia la inclusión de las voces marginadas sería la de confirmarles de forma positiva, nos dice Tony Peck desde la Federación Bautista Europea, y de forma intencionada asegurarles de que en todos los eventos que se organicen, diferentes voces (hombres y mujeres) tendrán una voz al mismo nivel, dentro del debate de los temas que son de nuestro interés común.” Otros entrevistados también manifestaron su interés en la necesidad de dar pasos hacia la creación de “relaciones intencionales” e invitar a miembros de movimientos misioneros emergentes a colaborar de forma recíproca. Es interesante que algunos de nuestros entrevistados utilizaron la metáfora de invitar a otros a la mesa del Señor, lo cual es sin lugar a duda, una rica metáfora de potentes connotaciones.
Frank Hinkelmann, desde la Alianza Evangélica Europea, apropiadamente señaló la importancia de una apertura de dos vías, que requerirá a su vez “un cambio de mentalidad, establecida por las viejas iglesias Europeas, así como la voluntad de interactuar con ellas, de éstas `nuevas ́(migrante) iglesias Europeas.”
Pese a todo, también hay palabras de advertencia desde otros enfoques. Kent Anderson de MCE pide la cautela necesaria para discernir a la hora de seleccionar o de escuchar a voces alternativas: “No todas las voces étnicas o juveniles tienen algo importante que decir.” Aquellos que sí lo tienen, deben ser citadas y promovidas cuando sea posible y por los líderes “mainstream” (corriente principal). La segunda advertencia es de Usha Reifsnider del Centro Misionero de Las Mayorías del Mundo. Los líderes e “influencers” en la actualidad deberían intentar involucrarse en el mundo de otros, y “permitirles crear plataformas que excedan vuestra capacidad de imaginar.” El acto mismo de otorgar poder o voz a otro, puede, a veces, mantener el ejercicio de control si somos los que determinan la plataforma o los términos del debate.
¿De qué maneras podemos tener seguridad de que el mayor alcance de voces posible, continúe siendo escuchado por la comunidad evangélica global que apoya a las misiones en Europa?
De nuevo, hubo un amplio rango de sugerencias y el reconocimiento de que no existen soluciones fáciles. Una de las sugerencias más comentadas, fue la posibilidad de tener tiempo para reunirse y en donde esas voces diferentes pudieran ser escuchadas y ser introducidas al diálogo. Para Daniel Constanza de Pentecostal European Fellowship (Fraternidad Pentecostal Europea) algo semejante a una consulta trianual para tocar temas clave sobre los distintos movimientos, sería conveniente. De manera similar, Jeff Carter hizo un llamado para abrir “más oportunidades de encuentros y conferencias que inviten al diálogo.” Harvey Kwiyani identificó la importancia de tener plataformas en donde “todos hagamos un compromiso, entre iguales, para que nos ayudemos unos a otros a ver a Dios a través de una luz nueva, por medio de la cual podamos aprender juntos.” En una línea similar, hubo también peticiones para que hayan más reuniones de carácter misionero en la que se pueda compartir, mostrar apertura y unidad, –por ejemplo, John Gilberts quien urgió a la formación de encuentros “nuevos, no denominacionales o de denominaciones transversales” y que agencias e iglesias puedan compartir a sus `superestrellas ́ Europeas de alto perfil que trabajan dentro de su campo de influencia.
Tony Pack manifestó que la mejor manera de asegurar que haya un alcance máximo de voces es que tengamos “la generosidad del Evangelio, que admite la diversidad saludable como un don y no como un problema, asegurándose que todos los componentes de la diversa familia evangélica son incluidos.”
De entre los que respondieron para esta investigación, estaban algunos cris de coeur de Europeos Occidentales o los que representan a iglesias tradicionales y establecidas, para aprender de otros: “Estad preparados para aprender de pueblos que no miran, suenan, enseñan, dan formación o hacen sus prácticas de la misma forma que vosotros lo habéis hecho siempre,” ruega Usha Reifsnider, que también argumenta que ya que “ una proporción más alta de seguidores de Jesús pertenecen a las Mayorías del Mundo y mujeres, entonces la teología y las misiones deben seguir el ejemplo.” Como Usha, Jeff Carter hace énfasis en el rol de los seminarios e institutos de formación misionera por toda Europa, y que él cree que deberían “enseñar de forma inclusiva y de integrar el ministerio…¡es un mundo nuevo, escuchémonos unos a otros!
Una última mirada para asegurarnos que los evangélicos están prestando sus oídos para escuchar al rango más amplio posible de voces es por ser personas que están espiritualmente conscientes. Como Richard Bromley de Intercontinental Church Society (Sociedad de la Iglesia intercontinental), subraya necesitamos ser “generosos para escuchar y ver lo que el Espíritu está diciendo,” algo a lo que Samuel Cueva hizo eco haciendo un llamado a que la Iglesia reconozca que en Europa, “Dios está en la movida, y que Él está haciendo algo diferente.” Escuchar a Dios, y escuchar las voces que están al margen o voces que son minoría, deben ser prioridades idénticas para la iglesia Europea.