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Uno de los aspectos más llamativos del contexto socio-religioso de Europa, es la alta proporción de los llamados cristianos nominales. Son gente que está afiliada a una iglesia y/o que se identifica como cristiana en las encuestas. Asisten a la iglesia sólo ocasionalmente o nunca y muchos de ellos no creen en un Dios personal y mucho menos en Jesucristo como único salvador de la humanidad.
A pesar de la decreciente influencia de la iglesia en la sociedad y de la creciente secularización, mucha gente en Europa todavía mantiene una especie de vínculo con la iglesia como institución o con la religión cristiana. En la mayoría de los países esto es más del cincuenta por ciento de la población.
Desde el punto de vista de la comunicación del Evangelio y desarrollo de la iglesia, éste es un aspecto del contexto europeo importante en extremo. Hay mucho énfasis misionero teórico por llegar a los que están completamente secularizados y crear iglesias para los no afiliados o para los que no tienen iglesia, y pasamos por alto el hecho de que la mayoría del público europeo no ha roto los vínculos con la fe cristiana.
La idea de nominalidad Para empezar, el término “nominalismo”, puede inducir a error, dado que también se refiere a una escuela filosófica de pensamiento. Con respecto a la identidad y práctica religiosa, puede que sea mejor usar el término “nominalidad”.
Términos alternativos serían cristianos “culturales”, “nocionales”, “alejados de la iglesia” y “sin iglesia”. En los países de habla francesa, el término estándar es “chétiens sociologiques” (cristianos sociológicos) que tiene las mismas connotaciones que “cultural Christians” en inglés. De forma similar, los españoles hablan de “cristianismo sociológico o cultural”. Los alemanes hablan de “Namenschristen” (cristianos de nombre) o “Kirchenferne” que puede ser parafraseado como “miembros de la iglesia periféricos o marginales”. Este es de hecho el significado preciso del equivalente neerlandés “randkerkelijken”.
Cualquiera que sea la terminología, siempre está latente la idea de que algo falla, de que algo no es como debería ser. Eso es lo que llamamos la idea de nominalidad. Puede describirse como la discrepancia entre la adherencia expresa a una fe o la aplicación comprometida de esa fe. Esta discrepancia puede observarse en todas las religiones, pero adopta varias formas. El “cristiano nominal” no existe. En la vida real, hay muchos modos en los que la gente puede estar en desacuerdo con la identidad cristiana que declaran. “Nominal” es un término técnico, que se usa colectivamente para una variedad de fenómenos.
Mientras que los científicos sociales tratan de contenerse para no dar un juicio de valor cuando analizan formas de cristianismo nominal, los investigadores de misiones y los teólogos, normalmente califican a estos como desviaciones de la normalidad, lo opuesto a otra quizá más verdadera o más auténtica, forma de cristianismo.
¿Cómo definimos “nominal”? ¿Dónde trazamos exactamente la línea entre auténtico o sólo de nombre? Es prácticamente imposible dar una definición precisa de un “cristiano nominal” que satisfaga a todos los que usan este término. Todo depende del criterio que se use. Los científicos sociales normalmente miran la frecuencia de la asistencia a la iglesia, pero las cosas se vuelven más complicadas cuando tienen en cuenta otros indicadores como las creencias o “cuánto significa tu religión para ti”.
En la iglesia y en círculos de misión, “nominal” a menudo se usa como forma de negación, de que algo falta. “Personas que se llaman cristianas, pero…” Desde luego, todo depende de lo que venga después del “pero”. Permítanme mencionar cuatro definiciones negativas que se usan a menudo:
1 | “…no afiliado” Algunas estadísticas usan el criterio de feligresía /membresía. Los cristianos nominales, entonces, son aquellos que se identifican como cristianos en las encuestas o en las conversaciones, sin tener un vínculo con una comunidad o una institución cristiana. Si bien esta perspectiva atiende a formas de fe cristiana fuera de una iglesia institucional, pasa por alto las posibles discrepancias entre identidad cristiana y compromiso dentro de la Iglesia.
2 | “…no asiste regularmente a la Iglesia.” Los estudios socio-religiosos, a menudo usan este criterio de asistencia a la Iglesia para distinguir entre cristianos nominales y practicantes. Normalmente la línea entre estas dos categorías se traza en “una vez al mes como media”. Evidentemente, esta perspectiva es limitada porque el compromiso de la fe cristiana implica mucho más que asistir a los actos religiosos.
3 | “…no convertidos” (“nacidos de nuevo”). En los círculos evangélicos, es un criterio clásico. Dicho ilustrativamente, si la persona no ha entrado al aprisco como es debido, no pertenece al rebaño, aunque puede que vaya muy amenudo a la iglesia, y se comporte mayormente como un cristiano debe hacerlo. Esta perspectiva lleva a un discurso de “verdadero versus nominal” que a veces va tan lejos como suponer que los cristianos nominales en realidad no son en absoluto cristianos. Cuando la conversión se define de forma evangélica, este discurso crea la impresión de que “verdadero” es igual a “evangélico”, dejando al resto de la población cristiana como nominal, necesitada de conversión. También está el riesgo de una actitud excluyente hacia otras formas de expresión de la fe cristiana.
4 | “… no comprometida al discipulado” Algunos autores evangélicos describen la nominalidad en términos de superficialidad, de confesión cristiana y filiación a una iglesia sin discipulado cristiano. Esta perspectiva lleva a otro tipo de discurso de “verdadero versus nominal”. Contrario al precedente, no niega que los nominales puedan ser cristianos reales que hayan obtenido la salvación. Su énfasis está en cambio en el crecimiento espiritual y un compromiso de vivir la fe propia a diario.
Aunque es comprensible que los líderes de la iglesia se preocupen por la calidad de la vida cristiana de su feligresía, se da el riesgo de sobre enfatizar el aspecto de la santificación de la fe cristiana a expensas de otros aspectos. Es más, no pensamos que sea justificable descalificar a todo el que no cumpla los estándares del discipulado como “nominal”, como cristiano sólo de nombre”.
Parámetros que suponen ser cristiano Todas las definiciones negativas son problemáticas por dos razones: al concentrarse en lo que falta, no dicen mucho de los propios “nominales”. Es más, son muy generales, porque se fijan en un criterio, o quizá en dos. Pero ser cristiano implica más que ir a la iglesia, más que haber nacido de nuevo, más que la práctica de un discipulado. Implica todo esto y también otros aspectos.
En las ciencias sociales y en la teología práctica, se ha llegado a la costumbre de resumir estos tres aspectos en tres verbos: Creer, pertenecer, comportarse. Pero incluso estos son imprecisos e insuficientes. Respecto a creer, debemos hacer una distinción, como han hecho siempre los teólogos, entre creer “en” (tener fe en Dios) y creer “que” (tener fe en convicciones). Pertenecer significa pertenecer a una iglesia, pero cuando se trata de eso, debemos distinguir entre filiación o membresía de una iglesia, de la participación de hecho en la vida de una iglesia. Evidentemente, las dos no van siempre juntas.
Comportarse, finalmente, se refiere a la práctica religiosa. Esto puede significar la vida espiritual de un creyente (oración, vida interior, desarrollo espiritual) así como testimonio de un creyente y conducta en la esfera pública, en sociedad. Sin contemplar en estos verbos, hay otro aspecto, a saber: iniciación, el término técnico de “llegar a ser cristiano”. Tiene que ver con la formación cristiana, conversión, bautismo y demás cuestiones.
A partir de estas consideraciones, sugeriríamos los siguientes siete aspectos o parámetros que suponen ser cristiano: 1) Iniciación (cómo se convierte una persona en cristiana) 2) Fe (experiencia espiritual, relevancia, creer en) 3) Creencias (Conocimiento, creer que) 4) Apego a la iglesia 5) Participación en la iglesia 6) Vida espiritual (práctica de la piedad) 7) Práctica pública (testimonio, conducta cristiana en la vida diaria en sociedad)
Parámetros decisivos Estos parámetros, ¿tienen todos la misma importancia? La respuesta depende de si hablamos de convertirnos o de ser cristianos. Teológicamente, en el llamado orden de salvación, la iniciación viene primero y después vienen los otros aspectos. En la vida real, vemos que alguna gente ya participa en la vida de la Iglesia, adopta un comportamiento cristiano, ora, lee la Biblia, y se adhiere a creencias bíblicas, antes de llegar de hecho a la seguridad de la salvación y de la “toma de posición” como cristiano.
En cuanto a convertirse en cristiano, es una orientación de vida deliberada, una opción inicial en el proceso de volverse a Dios como Él se ha revelado a sí mismo en Jesucristo. Esta puede ser repentina e instantánea, pero también puede ser progresiva, extendida en el tiempo; como fruto de una asimilación asumida y meditada de una educación cristiana. El término técnico es conversión, pero el lenguaje en el que la gente expresa esto puede variar, ya que depende mucho de su contexto cristiano. Está acompañado de una confesión pública de fe, a menudo ligada al bautismo, pero no necesariamente.
Cuando se trata de ser cristiano, esto es una intención, una orientación, elegir continuamente respecto a todos los aspectos de la vida cristiana. Funcionar como miembro de una comunidad de creyentes. Aferrarse a la verdadera doctrina de fe, practicar la piedad, tener una relación personal con Dios, la transformación de nuestra vida, nuestra conducta diaria, nuestro discipulado. ¿No dijo el apóstol Santiago que la fe sin obras está muerta? En el análisis final, todos los aspectos son importantes y decisivos. Así que, debemos considerarlos como parámetros de ser cristiano, de forma comprehensiva.
Idealmente, todos los aspectos van juntos, pero a menudo este no es el caso en la vida real. Ser fuerte en un área de religiosidad no garantiza que esa persona sea fuerte en otras áreas. La incoherencia puede ser evidente en cualquiera de los parámetros que supone ser cristiano.
Algunos creen que Jesús murió por sus pecados, sin pertenecer a una iglesia, o sin asistir a reuniones religiosas. Otros en cambio, son miembros de una iglesia pero no se adhieren a las principales doctrinas cristianas. O no cumplen con normas o principios bíblicos. Y entonces, cuando se trata de creencias, pueden significar una relación afectiva con Dios para algunos, mientras que para otros es más una cuestión de convicciones, o un acuerdo con las enseñanzas de la iglesia.
Descripción propuesta de “nominalidad” Sugeriríamos que la calificación nominal, “sólo de nombre”, es apropiada cuando la discrepancia supone una más o menos permanente contradicción con el nombre que uno lleva. Así pues, he aquí nuestra descripción propuesta de “nominalidad”: miembros de la iglesia y personas no afiliadas que se identifican como “cristianos”, que están en contradicción con los principios básicos de ser cristiano, respecto a convertirse en cristiano, la fe, creencias, participación en la iglesia y vida diaria.
Esta descripción abarca los parámetros de ser cristiano que hemos listado anteriormente. Nos puede ayudar a medir la nominalidad en áreas específicas y ayudar a la gente a acercarse a Cristo en esa área.
Una persona puede llamarse nominal en el área de convertirse en cristiana cuando no hay respuesta de fe a la oferta de Dios de salvación a través de Jesucristo, no hay confesión de fe en Dios y del dominio de Jesús. Alguien que mantiene puntos de vista que contradicen claramente las enseñanzas de la Biblia como la negación de la unicidad de Jesucristo, puede llamarse nominal en esa área de creencias.
¿Estamos diciendo entonces que alguien que muestra una o más contradicciones no es cristiano? No, lo que estamos diciendo es que una persona así es un cristiano “nominal”.
Invitación Las definiciones y caracterizaciones de las varias formas de cristianismo nominal, son de ayuda para comprender mejor a estas personas, pero queremos movernos más allá de las estadísticas y análisis y conectar con ellos, encontrarnos con ellos donde están- fuera o dentro de la comunidad eclesiástica- y animarlos a acercarse a Cristo en áreas en las pueden estar “alejados”. (Véase más arriba los parámetros de ser cristiano). La palabra clave es Invitación. Dios continuamente invita a todo el mundo a una fe más profunda en Cristo y a un compromiso creciente a seguirle.