Este artículo sirve como una llamada a la acción, para nosotros como seguidores de Cristo a imitarle, viendo a los que tienen todo tipo de necesidad física, emocional, relacional o espiritual a nuestro alrededor, e implicarnos con ellos para proporcionarles consuelo y curación. El discipulado no se trata solo de lecciones aprendidas sino sobre todo de los pasos de fe dados y compartidos con otros. Si nuestro hacer discípulos carece de una proyección hacia nuestra comunidad y un deseo de compartir el pan de vida del que disfrutamos, entonces nos perdemos una gran parte del regalo que se nos ha dado.
Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito[a] de toda creación. Porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él. Porque agradó al Padre que en Él habitara toda la plenitud, y por medio de Él reconciliar todas las cosas consigo, habiendo hecho la paz por medio de la sangre de su cruz. (Col. 1.15-16, 19-20)
Aquí vemos la misión de Dios haciendo la paz a través de la cruz para todo el mundo. Esto incluye los bloques de una densa ciudad, los suburbios en expansión, ciudades familiares y campos abiertos en el que tú y yo vivimos. No hay un sitio o pueblo en la Tierra por el que Cristo no derramara Su sangre, para redimirlos del pecado y llevarlos a la paz con un Dios santo. Cristo es la expresión visible terrenal de la majestad de Dios y la plenitud dada a conocer a nosotros a través de la encarnación. Nosotros llevamos la expresión en nosotros como Sus embajadores que son justificados a través de Su sacrificio.
¿Cómo llevamos esta plenitud y pasamos las mejores noticias que nadie haya oído jamás? A medida que seguimos y andamos detrás de Jesús; Él nos guía a cruzar senderos con muchos que llevan la imagen de Dios y están siguiendo varios callejones sin salida. Algunos buscan frenéticamente el éxito mundano, otros están irremediablemente perdidos, y aún otros deambulan desesperados y se están planteando abandonar; los hay que están tan heridos, estresados e indefensos que son incapaces de dar ni siquiera un paso.
Como embajadores de Cristo, tenemos un mensaje para todos los sufridores de la Caída junto con nosotros- una luz ha venido al mundo y la oscuridad no ha prevalecido en contra de ella. Sin embargo, este mensaje a menudo cae en oídos bloqueados por el engaño y la duda, así como el dolor y el orgullo.
Para romper tal resistente sordera y ceguera espiritual, debemos personificar y practicar lo que Cristo nos enseñó tan perfectamente: amor en acción. Amor y acción solos son inspiradores – desde poemas épicos a películas modernas, vemos retratos de verdaderos esfuerzos heroicos y afecto inmortal. Sin embargo, la cima de ambas se encuentra en la disposición de Cristo a dar su vida por los que le despreciaron.
A medida que le conocemos más, y me vuelvo más como Él mediante el discipulado, adoptamos su carácter y elegimos dejar nuestras comodidades, conveniencias y bagatelas por el prójimo necesitado, los colegas ocupados y los miembros gruñones de la comunidad a los que vemos a diario.
“Pero Jay, yo no amo a esta gente”, exclamó una señora en nuestro núcleo. Hace unos años cuando explicamos nuestra visión de plantar una nueva iglesia- somos un grupo que ama a Dios y buscamos ser un “plus” para nuestro vecindario. Ella hizo una pausa y continuó diciendo: “Pero sé que Dios de verdad les ama y me ha puesto aquí para compartir ese amor con ellos. Mi amor no es suficiente, pero su amor lo ES”. Aquí es donde vemos la conexión entre hacer discípulos y servir a la comunidad más allá de los muros de la iglesia más claramente- cuando nos apoyamos en Dios con fe y vemos claramente nuestra falta de amor. Somos captados por su gracia para crecer en amor que no hemos ganado. Ganamos acceso a la capacidad de dar de Dios para compartir el mismo amor con otros, uniéndonos a ellos donde están, a menudo fuera del Cuerpo de Cristo. Esto a menudo es dar consuelo practico y personal, ministrarlos con compasión profunda y señalarles al que puede curarlos y redimirlos.
Como declaramos más arriba, este artículo sirve como una llamada a la acción- el sonido de una alarma para la mayoría de nosotros cristianos que nos reunimos regularmente para leer la Escrituras, orar, discutir y dar genuino fruto espiritual en Su Espíritu. Si no estamos compartiendo este precioso fruto de una vida redimida con los hijos de Dios fuera del grupo de discipulado o iglesia, entonces, queridos, estamos equivocados.
Vamos en cambio a visualizar el siguiente escenario: un grupo vibrante de crecientes hacedores de discípulos en cada comunidad local por toda Europa, siguiendo activamente a Jesús y después compartiendo el poder de una vida transformada mediante la acción amorosa. Vecinos, amigos, compañeros de trabajo, y conocidos que reciben compañía, la asistencia necesaria, paz, sabio consejo y llegar a conocer a Cristo.
Esto significa que hasta los que no creen en Jesús en tu comunidad, pueden ver y expresar el valor que añades al vecindario. En otras palabras, si tú y tu grupo/ iglesia dejaran de existir, se os echaría sumamente de menos. El objetivo es que todos los de tu área sepan que pueden obtener alivio real o pueden acudir a un experto para los problemas genuinos que tienen en sus vidas, pertenezcan o no a la iglesia.
Visualizamos el Reino de Cristo en su pueblo, y que la gracia y la paz que reciben son práctica y relacionalmente demostradas atendiendo las necesidades físicas, emocionales, sociales y espirituales de la comunidad. Ese amor y acción se aúnan para convertirse en lámpara que irradia la Luz que de hecho ha venido al mundo, y juntos testifican poderosamente que la oscuridad no la ha vencido.