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Hacer posible una cultura de discipulado es clave en la Europa de nuestros días ya que significa establecer una cultura bíblica que irradie una luz en contra de los aspectos anti-Dios de la sociedad. No estoy tan convencido de que el discipulado no se pueda desarrollar a plenitud a través de ministerios de discipulado separados de la iglesia, o por medio de clases/actividades; sino mas bien de fomentar una cultura de discipulado que abarque a toda la familia de la iglesia.
Existen muchas opiniones, pensamientos y voces que hablan acerca del discipulado con argumentos válidos de tomar en cuenta. Mi voz es solo una de tantas voces.
¿Qué es un Discípulo?
Antes de discutir sobre la idea de una cultura de discipulado dentro de la vida de la iglesia, necesitamos tener claro lo que entendemos como `discípulo´ de Cristo. Primero, un discípulo de Cristo es un seguidor. Jesús dijo, `Seguidme´[1]. Al recibir a Cristo como Señor y Salvador, le seguimos.
En segundo lugar, un discípulo es un aprendiz. Breen observa que la palabra griega para discípulo: `mathetes´ que al traducirla directamente significa aprendiz, es decir, convertirse en aprendiz de Jesús por el resto de la vida.[2] Aprendemos la verdad y la aplicamos a nuestro estilo de vida y creencias.
En tercer lugar, un discípulo de Cristo es un servidor que sigue el ejemplo de Cristo `quien vino no a ser servido sino a servir´.[3] Por tanto, adoptamos una conducta de humildad y servicio de corazón en todo lo que hacemos, para Su gloria, Su causa y Su pueblo. Este es un viaje de transformación para el resto de nuestra vida y que nos llevará `de gloria en gloria´.[4]
Existen algunas áreas en las que podemos enfocarnos y que pueden fomentar y permitir la formación de una cultura bíblica de discipulado.
Un proceso a largo plazo que debe ser intencional
Existe sin lugar a dudas, una diferencia sustancial entre la sociedad actual y la cultura de discipulado, concretamente en cuanto a que la sociedad actual es cada vez más instantánea, demandando éxito y conocimiento inmediato. Por contraste, el discipulado es un proceso de largo recorrido e intencional. Puesto que ser un seguidor, un aprendiz y un servidor requiere trabajo progresivo, sostenido y continuado para llevarnos a la `madurez de Cristo´[5]. La sociedad no solo hará presión por conseguir todo de forma rápida, también puede llevarnos a confundir el discipulado con la simple adquisición de información -un conocimiento solamente mental. El discipulado incluye el aprendizaje con la mente, el alma y el corazón. Existe la idea incorrecta de que una creciente adquisición de información equivale a más madurez personal. Si esto fuera así, el proceso de discipulado quedaría obsoleto. El auténtico discipulado cristiano no puede ser instantáneo. Es un proceso de largo recorrido; no podemos apresurar el desarrollo de un discípulo y sin lugar a dudas tampoco una cultura de discipulado.
Desarrollar nuestra devoción a Cristo
Desarrollar la idea de que el discipulado es un proceso de largo plazo también incluye desarrollar nuestra devoción a largo plazo. Se trata de crear un entorno que permita que el hambre y la pasión por Cristo se desarrollen. Jeff Vanderstelt describe el discipulado como: `El proceso continuado de rendir la vida a Jesús y permitirle saturar al completo nuestra vida y nuestro mundo con su poder y su presencia…´[6] La devoción no llega de forma instantánea. Devoción es entregarnos a algo a lo largo de nuestra vida. A mí me encanta la música en vivo; especialmente el Jazz. Me siento maravillado ante la habilidad de algún músico genial, ver sus dedos deslizarse sin esfuerzo aparente por las teclas o el diapasón. ¿Cómo adquirieron esa libertad con su instrumento? ¿Cómo es que son capaces de producir sonidos tan exquisitos y ritmos casi sin pensarlo? La respuesta; son devotos de lo que aman. Luciano Pavarotti dijo, “la gente se piensa que soy disciplinado, pero no es disciplina, es devoción. Existe una gran diferencia”[7].
Tiene que ver con el legado
El discipulado también es de largo plazo en sus resultados. El discipulado funciona para el bien de los demás en las generaciones futuras.
“….aún los más grandes no pueden vivir hasta ver el cumplimiento de sus sueños. Para todos y cada uno de nosotros hay un río Jordán que no llegaremos a cruzar. Una vez entendemos esto, hay algo que cobra más importancia sobre lo demás. Dejemos una guía para los que vienen detrás pues serán ellos los que continuarán el trabajo.”[8]
Esto expresa la necesidad de entender que el legado del discipulado va más allá de nuestro alcance y de nuestras vidas. Con frecuencia he utilizado la frase `convertirme en un líder de dos ojos; ´ donde un ojo se centra en mi llamado personal y desarrollo; el otro está entrenado para buscar el desarrollo de otros. Podemos establecer precedentes a través de nuestras palabras y de nuestra vida con el propósito de que otros vean y sean inspirados para que éstos a su vez, hagan lo mismo. Pablo fue capaz de decir, “lo que habéis…visto y oído de mí, llevad a la práctica.”[9]
Admiraban a Pablo y buscaban un modelo de conducta para poder navegar a través de lo que significaba seguir a Jesús. Todo está implicado, desde el quehacer doméstico al manejo de las finanzas y las relaciones personales, la predicación y la consejería. Florecer a lo largo de la vida como seguidores, aprendices y servidores es inspirador para otros. Estamos llamados a ser ambos, oveja y pastor; discípulo y discipulador.
Para poder ver madurar a los discípulos, esto es, verlos crecer en conocimiento, carácter y habilidad, debemos implicarnos para que ellos lleguen a ser todo lo que Dios les ha llamado a ser. A lo mejor llegarán a ser mejores que nosotros, es posible que se lleven la gloria por nuestro duro trabajo o, es posible que al igual que los obreros de la parábola, al final de la jornada se lleven ¡el mismo salario! Mantener una perspectiva como la de Juan el Bautista puede ayudar. Al ver que el ministerio de Jesús surgía y crecía, Juan pudo decir lleno de gozo, “es necesario que él crezca y que yo decrezca.”[10] Sobre-enfocarnos en nuestro ministerio no es saludable. Debe de haber un equilibrio en donde permitimos y fomentamos la formación de un contexto de protección y confianza para que los creyentes sientan que se les cree, que son amados, cuidados, apreciados y valorados.
Es familia, no organización
Finalmente, una cultura de discipulado es de largo plazo e intencional en sus relaciones. La sociedad occidental en particular nos dirá que se trata de lo individual, mientras que Jesús enseña y demuestra que es sobre la familia. La familia de Dios. El llamado de Dios a Abraham fue a ser `Padre´ de muchas naciones. Proverbios 1:8 dice, “Escucha hijo mío, la instrucción de tu padre”. De igual manera, Pablo se refiere a Timoteo como “mi hijo amado y fiel en el Señor”.[11]
La cultura occidental, el lugar en donde la auto-determinación, la auto-suficiencia y el auto-gobierno han prosperado hace presión sobre la comunidad de la iglesia local. “Si hemos de ser discípulos de Jesús que estamos siendo formados y restaurados para parecernos más Él, necesitamos tener personas en contacto estrecho y personal en nuestras vidas.”[12] Esta es una realidad bíblica. Hemos sido creados para estar en comunidad y como Cristianos esta comunidad/familia de Dios es fundamental para nuestra salud espiritual, desarrollo y bienestar. Una parentalidad saludable ayuda a los niños a crecer y a florecer y a hacerse responsables de sus propias vidas, lo cual no tiene nada que ver con ser controladores o dominadores sino mas bien con un carácter que sabe ceder. De modo que cuando hablamos de la dinámica de ser familia espiritual, aquellos que son menos maduros necesitan el aporte de sabiduría y guía de los que tienen más experiencia, y los que tienen madurez deben entregarse a esta labor.
Fomentar la formación de una cultura de discipulado
La comisión en Mateo 28 es “ir y hacer discípulos a todas las naciones, bautizándolos y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado”. Hemos sido llamados a hacer discípulos, no convertidos. Esto es absolutamente clave para nuestro entendimiento de lo que es misión. Aquí se describe un proceso que no puede ser llevado a cabo de forma rápida ni en aislamiento. Tampoco puede a la larga lograrse `haciendo dicipulado´ mediante programas y actividades, aunque éstos pueden ser instrumentos útiles. Nuestra cultura siempre buscará la `prosperidad instantánea´ e historias `exitosas´ de alto perfil. La cultura de discipulado, por contraste, nos involucra en un proceso diario y continuado junto a todos aquellos que forman nuestro entorno.
Requerirá paciencia atravesar los altos y bajos, los desafíos y los avances; una cultura de discipulado fomenta el entorno en donde se cultiva la devoción a Dios y en donde se valora la relación y la familia, exponiendo al mundo que la rodea una comunidad de creyentes.
A la larga, la creación de esta cultura de discipulado
significará el compromiso de largo recorrido con el discipulado como una
inversión intencional desde dentro la iglesia local y la familia extensiva de
Dios, en donde si bien tenemos la seguridad de que se invierte en nosotros,
también estamos invirtiendo en los demás.
[1]Mateo 4:19, Mateo 8:22, Marcos 2:14
[2]Building A Discipling Culture, Mike Breen p21 3rd Ed
[3]Marcos 10:45
[4]2 Corintios 3:18
[5] Colosenses 1:28
[6] Saturate, Jeff Vanderstelt, p97 (2015)
[7] Cita ampliamente atribuida a Luciano Pavarotti
[8]Jonathon Sacks, Not in God’s Name: Confronting Religious Violence (as quote by Mike Betts in Relational Mission: A Way of Life
[9] Filipenses 4:9
[10] Juan 3.30
[11] I Corintios 4:17
[12] Saturate, Jeff Vanderstelt p97 (2015)