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La naturaleza de la sociedad en Europa está cambiando. Mi experiencia es principalmente la de Reino Unido e incluso aquí han pasado los días en que la cultura se enmarcaba automáticamente en los valores judeo-cristianos, y las leyes se hacían basándose en estas verdades atemporales. Desde la Primera Guerra Mundial, y con los frutos de la Ilustración y de Darwin, hemos empezado a ver la retirada de los cristianos de la vida nacional. En el pasado, la posición por defecto era la fe cristiana, incluso si no era una fe personal como nosotros la entenderíamos. En tiempos de crisis, era a la Iglesia a quien recurríamos. En 2021, el lenguaje de las enseñanzas cristianas ya no es comprendido o natural. En ningún sitio está más claro este analfabetismo que en el ejemplo que me contó un veterano comentador político que, discutiendo con un periodista muy veterano, mencionó el libro de Romanos. La pregunta que siguió fue: “¿Quién publicó ese libro?”
Willliam Nye, respetable ex consejero del gobierno en el corazón del poder, escribió sobre el “espíritu secularizador” que ahora impregna la maquinaria del gobierno en Reino Unido y en Occidente. Después de 20 años trabajando al más alto nivel, ve el gradual “exclusión del cristianismo” de la vida nacional, a pesar de las expresiones públicas de apoyo por parte de veteranos miembros del Parlamento. El efecto ha sido que cada vez más cristianos temen pronunciarse y se sienten desautorizados.
Lo que hace esto tan alarmante es que tradicionalmente el cristianismo ha sido una fe muy vocal. Los cristianos hablan la verdad porque el amor de Dios les compele a ello. Los comentarios del señor Nye son un recordatoria de que como poco, se ve al cristianismo como algo irrelevante y aun peor, como algo que debe desarraigarse de la sociedad en favor de un progresivo entendimiento de la “verdad”. El secularismo, materialismo y la mentalidad postmoderna, han minado los valores cristianos hasta el punto de que los cristianos mismos siente la presión de estar en silencio. El liberalismo es la nueva piedra angular.
Una jerarquía de derechos ha emergido con el derecho de ser quien uno quiere ser sexualmente, que es hoy considerado un derecho más importante que la libertad de religión y de creencias. El debate se ha cerrado y la legislación de delitos de odio busca criminalizar el pensamiento y la expresión en privado tanto como en público.
Con este entorno, es fácil estar deprimido, pero ¡Dios está en acción! Una extraña paradoja es evidente. Por una parte, el gobierno de Reino Unido está alabando y dando fondos a iniciativas cristianas en comunidades y reconociendo la rica contribución que hace la iglesia a la vida nacional, y por otro, está proponiendo medidas que pueden restringir el cristianismo al ámbito privado.
En el National Parliamentary Prayer Breakfast (desayuno de oración parlamentario nacional), la primera ministra Teresa May, hizo este comentario: “El Evangelio cristiano ha transformado Reino Unido, con sus valores y sus enseñanzas ayudando a conformar las leyes, costumbres, y la sociedad del país”. Y el orador, Tim Keller, habló del mandamiento de Jesús de ser “sal de la tierra”: “los cristianos deben dispersarse en las sociedades del mundo… llevando lo mejor a esa cultura particular y también evitando peores tendencias. Pero solo si los cristianos continúan siendo “sal”, lo que es diferente del resto de la cultura.”
Así pues, ¿pueden todavía los cristianos ser valientes y originar cambio?, y en tal caso, ¿cómo lo hacemos?
Mi experiencia con CARE, una asociación cristiana de caridad que busca promover la verdad de Dios en la sociedad, trabajando al más alto nivel con el gobierno para proponer buenas leyes y mitigar el mal, es que podemos y debemos. En el mandato de la creación en Génesis, Dios nos llamó a “regir el mundo con Él y para Él”. Él es un Dios de justicia, así como de salvación y nosotros debemos ser una voz para los que no tienen voz. Ahí quedan muchas oportunidades para aprovechar. Debemos hacerlo mientras podamos.
A lo largo de los años en CARE, hemos aprendido algunas lecciones clave sobre cómo actuamos cuando defendemos la verdad con gracia.
En primer lugar, debemos involucrarnos con pasión y convicción. Abraham Kuyper, neerlandés teólogo y primer ministro de los Países Bajos entre 1901 y 1905, escribió: “En la expansión total de la vida humana, no hay una sola pulgada en la que Cristo, el único soberano, no declare: ‘¡Esto es mío’!” Tenemos derecho a “llevar todo pensamiento cautivo para Cristo”.
Sin embargo, en una sociedad cada vez más intolerante y espiritualmente analfabeta, debemos hacerlo también con sabiduría. Eso significa estar informados, no reaccionando a las situaciones como a un golpe en la rodilla, sino actuar con una buena investigación e inteligencia. Debemos usar el lenguaje adecuado, encontrándonos con la gente donde esté. El apóstol Pablo era un maestro en esto. Usó las herramientas y oportunidades de su día. Razonó en la sinagoga con los judíos y en la plaza del mercado con los griegos temerosos de Dios. En Atenas disputó con filósofos en el Areópago e hizo referencia al altar al Dios desconocido. Lo sorprendente de esto es que habló con valor. La sabiduría no significa permanecer callado cuando la verdad de Dios deber ser defendida. No debemos ir sonámbulos al futuro. Los profetas del Antiguo Testamento condenaban la injusticia sin miedo y como el salmista e Isaías 58 proclaman, esta es la verdadera adoración.
Desde luego, es importante elegir buenas batallas que librar. La política es a menudo el arte de tomar una decisión entre lo relativamente bueno y lo menos malo. A veces esto significa hacer concesiones para “ganar” más adelante. El profeta del Antiguo Testamento Daniel, fue un maravilloso ejemplo de esto. Se sumergió en comprender una cultura extranjera, pero permaneció firme en los fundamentos de su fe donde no había lugar para concesiones. Con frecuencia, esa es una línea difícil de mantener. De forma similar, los medios de comunicación, deben usarse sabiamente. Esto es todo un tema en sí mismo, pero hay que señalar un par de puntos. Aunque es halagador que te inviten a contribuir, es esencial ser consciente de las trampas escondidas no previstas y saber cuándo no responder. Debe haber un plan en caso de que las cosas salgan mal.
Sobre todo, como Pedro nos instó, debemos desafiar cuando sea necesario pero ser siempre encantadores y respetuosos (l Pedro 3:15). Las relaciones son clave. El papel de los líderes en la vida nacional, es a menudo solitario y pone enormes presiones tanto sobre el político como sobre su familia. En efecto, incluso en Reino Unido en años recientes, nuestros colegas miembros del Parlamento hablan de horrendos malos tratos e incluso amenazas de muerte. Debemos tomar tiempo para conocer a nuestros representantes electos y apoyarles de forma práctica de cualquier forma que podamos. Cabe decir que, rara vez he conocido a un político que, cuando se le pregunta si apreciaría que orásemos por él, se haya negado. Encomendar para bien las cosas que ellos han hecho para animarlos, a menudo significa que escucharán cuando tengamos que desafiarlos. En resumen, debemos ganarnos el derecho a hablar y a ser escuchados y entablar relaciones genuinas llenas de gracias y de verdad.
Nos hemos comprometido orando con integridad y fe, sobre todo a reconocer que los líderes han sido puestos por Dios “para hacernos bien” (Romanos 13). Encuentro fascinante que al decir esto a los nuevos cristianos en Roma, cuando la libertad estaba amenazada, Pablo enfatice dos veces este hecho. Si no hacemos nada más, podemos y debemos orar por ellos.
Vivimos en unos tiempos donde el debate sobre el papel de la fe en la vida pública en Europa se está calentando cada vez más. De hecho, para algunos se está haciendo difícil de dirigir. Entender lo que significa vivir y actuar como cristiano en lo que puede ser un ambiente hostil, no siempre es fácil, y puede volverse aún más difícil cuanto más involucrado se esté, pero ser sal y luz, significa que debemos ponernos en acción.
Volviendo a Daniel, él fue capaz de vivir su fe con integridad y, al mismo tiempo, encontrar favor a los ojos de los reyes paganos. Afrontó pruebas de fe más allá de lo que muchos de nosotros en Occidente estamos llamados a experimentar, sin embargo, en cada ocasión encontró que Dios honraba su fe, le capacitaba y protegía.
Así pues, “entremos en el mundo incorruptibles, un soplo de aire fresco en esta sociedad pecadora y contaminada. Proporcionemos a la gente un atisbo de una buena vida y del Dios viviente”. (Filipenses 2:15, El Mensaje).